-¿Está saliendo ya el Huerto? -No, este año se queda la iglesia de San Antón arada. Dejamos la tierra en barbecho, para recoger el fruto de la esperanza y el año que viene… volveremos a ver la fe crecer más fuerte y más sana. Será más robusto el olivo, pesarán menos las andas, desde Villar del Infantado vendrán las ramas de vivencias colmadas.
-¿Entonces no cruzará ya
el puente? -Siempre lo hace haya o no Semana Santa. Porque las mismas aguas que
regaron las huertas antepasadas, hacen ahora que crezcan las generaciones
devotas y sanas. Pimenteros, Ropardobles, Cachiris, Roscaos, Chupones, Gildos,
Mingarras, Patillas… La tradición es vuestra, el fruto es el amor que
trasciende a la familia. Hermanos hortelanos, cosecha de los siglos de vuestra
vigilia.
-¿Tampoco se girará hacia
Palomera? -No hace falta volverse hacia donde uno nunca se ha marchado. Vive el
Paso del Huerto en las huertas y sus devotos en la ribera. Va unido el corazón
a la yunta tirada por unas imágenes, unas forjas, unas andas. La siembra es
dura, fuerte la simiente… Y la vieja tradición de recolectar la tierra se
traduce en una cantera que crece más henchida y más fuerte.
-¿No pasará ni siquiera
por Solera? -Nunca se irá ya de esa calzada. Porque la raigambre del Huerto se
mezcla con el aceite de su “zafra”. Porque hay una y mil calles que dicen, pero
muy pocas que hablan. Porque si pones el oído en su acera, suena el banzo y se
escucha la melodía de un puntal que vive en su marcha. Porque hay sinfonías que
son mudas y silencios que no se callan.
-¡Yo quería verlo entrar
en la Plaza! -Ya está en los arcos. Ha sonado Oración y tu corazón… ¿verdad que
ya baila? Porque en la mente hay tambores y trompetas y las horquillas van en el
alma. Para disfrutar del Huerto solo hay que cerrar los ojos e imaginarlo
entrando en una eternidad dibujada. -¡Se mueve! -La sangre por dentro si
piensas que más allá no hay nada. Después de la muerte, después del virus y
después de todo… estará el Huerto de San Antón en su Semana Santa.
Entonces lo verás llegar y se te partirá el espíritu antes que el hombro o la horquilla. Verás cómo se abren las puertas y la tierra y brota su semilla. Verás al Huerto entrar de nuevo en la iglesia y también en tu retina. Porque todo pasa, como esta sombra compartida. Porque todo cáliz se aparta ya sea en Getsemaní o en esta entraña de la Serranía. La tormenta nos ha asolado a todos, sus aguas serán perfectas para que un día, el Huerto de San Antón vuelva a resplandecer el Jueves Santo, en Cuenca, toda la vida.
🖋 Juan Ignacio Cantero de Julián.
📷 Luis Miguel Caballero.