Dos golpes secos en la madera.
Los Hortelanos banceros del Júcar,
cruzan el puente, dejando en el río,
un reflejo verde de pasión y fervor.
Se pierden en la tarde de Cuenca,
llenando la ciudad de Oración.

Cuando la luna y estrellas llenen la noche.
Cuando terminen su largo camino.
Con el alma y los pies cansados,
te devolverán a tu casa de la Luz, Señor.